El guerrero de acero
clava su espada sobre la tierra,
abre llagas profundas,
llora esquirlas pétreas,
inclemente alabarda que atraviesa
y rompe su corazón en mil pedazos.
Sobre un charco de minerales
yacen cadáveres de pasadas batallas.
¿Cómo decir entonces
que las piedras no sienten?
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