Aquellas imágenes


Aquellas imágenes 

de algún pasado,

¿a qué esencia no manifiesta 

pertenecen?.

Cambiantes, efímeras, 

avanzan con el aire.

¿A qué lugares las lleva

el tiempo?

¿Quiénes son las que a otras

sustituyen?

 

No trae recuerdos el nacido,

su pasado ha sido velado,

paso a paso vive

y la conciencia construye

los pilares de su identidad.

 

La vida va prestando

una memoria

que hacemos nuestra,

que nos define

del mismo modo

que este presente

es breve visita que anuncia

su murmullo al oído

y dibuja la forma reconocida,

de todos sus reflejos.

 

¿A cuál ponerle

nuestro propio nombre?

¿Qué soñarán los niños?

Los hombres soñamos como niños,
en un mundo sin normas
ni leyes.
Recorren los eternos minutos
de sus sueños
nuestros deseos y terrores.


La inconsciencia de sus actos,
es el lenguaje ancestral
de universal código,
un mundo mental
que no miente
aunque altera el orden
de nuestra lógica
y mezcla símbolos
con acciones confusas.

Usan aquello que necesitan
del irreflexivo imaginario
para arreglar sus asuntos.
Con el apaño de imágenes y signos
llevan su contabilidad.

A nuestros ojos,
nunca muestran su saldo,
dejan a la interpretación,
los números con errados criterios.

Los sueños hablan
su ignoto idioma,
crean fronteras en su territorio,
añaden o restan de cada experiencia
y recuerdo.
Desordenan el presente,
buscan en el ático del pasado
construyen con las incertidumbres
futuras
infiernos, paraísos,
dolor y gozo.
Nos llevan como a un pelele,

nos agitan sus tempestades
o nos mece sobre olas
su calmado arrullo.

Confluyen en los laberintos
de sus estancias
realidad y ficción.
En ocasiones premonitorios,
se nos revelan misterios,
resolvemos ecuaciones.

Ni causa ni consecuencia
más allá de las especulativas,
su función está en tan nublado cielo
que es cerrada noche.
Quizá aproveche nuestro reposo
para hacer limpieza
de trastos acumulados,
ni la propia casera lo sabe.
En su oscuridad hay destellos
de lejanas estrellas
giramos en sus órbitas
no hay tiempo ni espacio.

Sin garantizar una certeza,
el sueño es un trozo de nuestro ser
que contiene la infinitud
del inconmensurable arcano.
A nuestra insignificante
medida concede
la grandeza de los dioses.