Al menos, aguantar el tipo

Al menos, aguantar el tipo
hasta el último día.
En el postrero aliento,
aceptar sin lucha
la realidad de la muerte,
falsa, tal vez, como la vida.
 

Se advierten los pasos

Se advierten los pasos
de un invierno próximo
por los estrechos callejones.
Acaricia el cuerpo un denso silencio
y deja en el rostro su beso helado.
Trae este frío noches de una soledad
aún más grande.
Están las calles vacías.
La rasca llama a las puertas
de las casas, pero nadie le abre.

El paseante se cruza con otro solitario,
van acompañados de sus sombras.
Las lámparas de los hogares
tras los cristales de las ventanas
ofrecen a la mirada un paisaje cálido
y el corazón se estremece
de frío y de añoranzas.

Las hojas secas de los álamos

Las hojas secas de los álamos
parecen una bandada de palomas.
Abren sus alas en vuelo
y se posan a tierra dulcemente.
Son sus ríos de hojarasca
un profuso caudal ocre
que los pies pisan sin mojarse.
Deja al caminar su crujir tenue
y vuelve aquel recuerdo tan lejano
a llenar el alma de júbilo.

Son las hojas secas de otoño
un corro de niñas cantando
y el rodar del viento,
ecos de sus risas al jugar.
Hay una pequeña plaza de albero
con bancos de piedra,
en el centro un pedestal iluminado
donde se erige el héroe
impávido al tiempo que pasa.
Una ráfaga de aire
levanta las hojas caídas
y la luz de un foco
las hace brillar como llamas.

Dejemos a la suerte

Dejemos a la suerte
caer el esqueleto
de este viejo edificio
hasta que aguanten sus pilares.
Nunca fue ni demasiado fuerte
ni lo bastante hermoso
para que importe su ruina.

Dejemos que le inunden telarañas,
acumule polvo por sus rincones,
cuelguen como ahorcados
trozos de su noble techumbre
y venzan con los años
la firmeza de sus paredes,
desprendiendo sus miembros
sobre la lozas del suelo ya sin brillo

Romperán los vientos
los cristales de sus ventanas
y hará la carcoma astillas
con sus puertas.
Expuesto a la intemperie,
al capricho de las estaciones,
será témpano helado su vacío.
El aire aullará en su silencio
y se inundará de luz en los días claros,
harán nidos las aves
que llenarán de trinos
sus desolados espacios.

Al atento observador
no escapará su triste deterioro,
y no tendrá sino respeto
ante esa imagen de fracaso.
pues, aunque el cuerpo
está herido de muerte,
su alma sigue viva.
 

 Cuando la seguridad se tambalea

Este aire denso me roba el aliento,
la brisa fresca y amable,
el gozo y la tranquilidad
de mi refugio.
Pierdo el equilibrio,
vuelvo a dar un paso en falso,
esta descompensada balanza
desvía su eje por el peso,
excesivo y oculto
que sigue en mi ser arraigado,
vacío que esparció sus semillas
y trae estas cosechas.

Se agitan en mí demonios
que estaban adormecidos
y entre aullidos horribles
despiertan hambrientos,
exigen su ágape,
devoran todas mis certezas
almacenadas.
Después de saciar tan ávido apetito,
me dejan junto a sus sobras,
extraña, desamparada, perdida.

Cuántas cosas dejó atrás

Cuántas cosas dejó atrás
el tiempo
que otras quizá traiga.
De algunas entrega la seña
del recuerdo
y tal vez de otras
serán cuerpos
que crecerán
con los años.

 El no lugar

En el recuerdo los espacios
se vacían de medidas,
de tiempo y límites.
En el recuerdo el no lugar
lo llena la emoción
que quedó atrapada
entre sus invisibles paredes.

Que pase este viento frío

Que pase este viento frío,
vengan nubes con perfiles dorados
dibujadas sobre un cielo azul.
Sea el suelo firme sostén,
abiertas estén las ventanas
a un claro horizonte.

Espera el aliento
la bocanada de aire puro,
ser el cuerpo vela en un mar en calma.
El alimento está sobre la mesa
pero el gusto no está dispuesto.
Andan torpes los sentidos,
tropiezan con los días
y el silencio es dulce nana
para un bebé inquieto
que no está cómodo en su cuna
y sueña con aprender
a decir sus primeras palabras.

Ahora tiene miedo de las sombras
que se insinúan entre los espacios.
Alarga sus frágiles manos,
las agita para espantarlas.
 

Espera el peregrino bajo cobijo

Espera el peregrino bajo cobijo
a que pase la tormenta.
Se dejó mojar por la suave lluvia
pero arreció en este fuerte chaparrón.
Mira el cielo cubierto de nubes,
por algún resquicio
se cuela un rayo de sol.
Espera paciente y se desespera,
vienen oscuros nubarrones  desde el mar,
avanza su negrura tirada
por las riendas de un viento helado.
Espera el peregrino la promesa del dicho,
tras la tempestad viene la calma,
y pueda reanudar su camino
para descubrir hermosos parajes.

 Un día más

Un día más
cierro las ventanas,
echo las cortinas,
la azulada noche ha caído
sobre la tierra.

Un día menos para la rutina,
la sorpresas y los duelos,
el cielo parpadea
con lánguidas llamas
que parecen luces artificiales.

Quizá se despierte el día
vestido de colores,
nunca aprenderemos lo suficiente
y el libro que leemos
guarda fiel el secreto
que deberás descubrir
en cada página.

Cuando la palabra tiene un precio

Cuando la palabra tiene un precio
que compite con el pan,
uno duda si llena la boca
o su alma.
Cuando la palabra es sueño
de unos pocos,
tenemos la certeza
de que es insomnio de muchos.

¡Vuele la palabra sin mapas,
lejos de los que más saben de letras,
porque esos controlan el aeropuerto!

Sí al verbo plural y generoso
vertido sobre la tierra como agua de lluvia.
Rieguen todos los campos,
germinen sus flores en frutos
que puedan comer todos.
 

 ¿Adónde han emigrado aquellos pájaros?

 ¿Adónde han emigrado
aquellos pájaros?
Recuerda sus trinos distintos
la danza vespertina,
el bullicio entre las ramas
de un árbol,
el ritmo frenético,
el piar solitario,
un cielo cruzado por bandadas,
la muchedumbre sobre un tejado,
el nido en una chimenea,
el vuelo de unas alas blancas.

Aquellos pájaros surcan
el mismo paisaje,
fueron los ojos, que miraron
hacia otros territorios.

No hay voz más tierna

No hay voz más tierna
que la del niño,
ni nada más triste
que su llanto.
No cabe el dolor en cuerpo
tan menudo,
se desborda como río
de su cauce.

Qué felicidad más pura
la sentida en su juego.
El adulto se hace su cómplice,
exagera la regla,
disimula saber adónde se esconde.

El niño ignora que le delata su sombra,
piensa que le cubre la esquina,
que le oculta el tronco endeble del árbol.
A hurtadillas lanza la voz al aire:
¡No estoy!
 

Viene un rumor por la calle

Viene un rumor por la calle.
Se escucha desde lejos,
leve al principio,
intenso a medida que se acerca.
Asoman por la esquina un par de personas,
el murmullo ha llegado
a sus máximos decibelios.
Entra por la bocacalle un grupo
de estudiantes con sus profesores,
vienen a ver muros de iglesias,
arcos, cúpulas, pilares,
adornos tallados en piedra,
imágenes de madera policromada.
Señales de tiempos pretéritos,
el arte y el orgullo humano.

Todas las voces juntas son un coro
sin palabras distinguibles.
Es una apretada nota aguda
igual que trinos de pájaros.
Van los jóvenes a poner en práctica
sus conocimientos
con los restos que perduraron con los años.
Reseñan sus estilos, los sitúan
en pasados siglos,
hablan de las características
de una época.
Señalan con el dedo,
se extravía la mirada al antojo,
recuerdan y olvidan.

Mas, callan los muros
las voces de antaño,
cuerpos que sintieron
unas breves horas la vida
para guardar un silencio eterno.

¿Reirán las almas para adentro
como para adentro lloran los vivos?

Este corazón que palpita
será escombro mañana.
Levantada quedará alguna piedra
símbolo de nuestra brevedad.
 

Nunca fue tan grande

Nunca fue tan grande
el descosido de este traje
que el hombre no vuelva
a hacer apaño y costura.
De sus errores no aprenden,
de sus muertos
quedan sólo inútil memoria
de una biografía
que produce, tristeza, rabia,
compasión, desasosiego,
orgullo, fracaso y olvido.

Tras su lectura,
volvemos a nuestros asuntos.

Se desdibujan las formas

Se desdibujan las formas
entre las tinieblas de un ocaso.
Van quedando vacías de detalles
y son perfiles tan solo
de una realidad que es frágil reflejo,
contrastes de luz que la transforman.
¿Qué es más cierto, estos contornos
o aquellos cuerpos con otros ropajes?
Nada está agarrado,
todo es un fugaz invento.

Hay un mundo que existe

Hay un mundo que existe
para los otros.
Hay muchos mundos
que otros viven.
Hay mundos y mundos
que nunca alcanzan
los ojos que los miran.
Son mundos soñados,
reflejos de otros mundos.
Mundos posibles,
engendrados,
legitimados,
mundos inmundos y prodigiosos.
Hay mundos como este,
ingenio de un fundado absurdo.
Mundos equivocados, concebidos
por el espíritu santo.

Desde fuera de estos mundos,
el sujeto está inmóvil,
extrañado, hueco,
desencontrado,
descreído,
descreado.
 

Brota incansable la fuente

Brota incansable la fuente,
salpica su chorro de agua
el cuenco de piedra.
Su dulce canturreo calla
al pasar la muchedumbre
y vuelve a sonar su melodioso tarareo
sobre el silencio del mundo.

 

Agarrados a un hilo al nacer

Agarrados a un hilo al nacer
recorremos un espacio fluido.
Cometa sujeta a una mano invisible,
creemos volar un cielo
porque damos giros en el aire.
Soñamos con controlar el mundo
desde la pequeña altura
de nuestras perspectivas.
Somos aves solitarias
que se juntan en una celebración
ajena a sus intenciones.
Qué variedad de colores y formas
llena el horizonte de belleza.
Unas danzan con gracia y soltura,
otras en una simple voltereta
se precipitan al vacío.
 

El tiempo inmisericorde

El tiempo inmisericorde
ha roído el frágil papel
de la fotografía,
y sus ojos nos miran con lástima.
Muestra un instante feliz,
parado en la nada,
la materialización de un sueño.

Aquel reloj de continuo
se transforma para dar nuevas horas,
no frena su andar en ese punto,
bloquea la entrada de otros ayeres
y abre sus compuertas a los mañanas
para hacernos presente
de su fatalidad.

Locos aúllan desde los altos edificios

Locos aúllan desde los altos edificios
con ventanas sin rejas
donde quedan atrapados
sus sueños y vuelan libres los ecos,
cuerpos que se rompen en el vacío.
Cuando todos duermen,
salen de puntillas los lamentos,
bajan las escaleras, abren el portal
y se confunden entre maullidos
de gatos por las calles.
En las noches
todos los lamentos son pardos ,
solo los insomnes los distinguen
en sus desvelos .
Es fácil errar entre maullidos y gemidos
todo se convierte en ruido sordo
que nadie atiende.

Va en el viento tu silbido

Va en el viento tu silbido,
ese que cada día proclamas
y el aire lo balancea,
entrando su ternura
por mi ventana.

Gota

Soy gota que a un río cae,
fundida en un océano.
Sobre la tierra seca
un día, tal vez,
germinará semilla,
semilla que será árbol,
árbol donde broten frutos.

Soy gota que en un desierto
desaparece,
para resurgir quizá,
en un oasis,
que dará de beber
y sombra a los camellos.

Si hablamos de alma

Si hablamos de alma,
decimos suspiro,
aliento que escapa
del cuerpo que expira.
El alma representa del ser
su esencia pura.

El alma,
cuando se nos cae a los pies,
es la imagen del descendimiento
del Cristo de la cruz,
cuerpo inerte,
recogido en los brazos
maternales de la tierra.
Y resucita el alma
a una nueva vida.