Este aire denso me roba el aliento,
la brisa fresca y amable,
el gozo y la tranquilidad
de mi refugio.
Pierdo el equilibrio,
vuelvo a dar un paso en falso,
esta descompensada balanza
desvía su eje por el peso,
excesivo y oculto
que sigue en mi ser arraigado,
vacío que esparció sus semillas
y trae estas cosechas.
Se agitan en mí demonios
que estaban adormecidos
y entre aullidos horribles
despiertan hambrientos,
exigen su ágape,
devoran todas mis certezas
almacenadas.
Después de saciar tan ávido apetito,
me dejan junto a sus sobras,
extraña, desamparada, perdida.
Cuando la seguridad se tambalea
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