Viene un rumor por la calle.
Se escucha desde lejos,
leve al principio,
intenso a medida que se acerca.
Asoman por la esquina un par de personas,
el murmullo ha llegado
a sus máximos decibelios.
Entra por la bocacalle un grupo
de estudiantes con sus profesores,
vienen a ver muros de iglesias,
arcos, cúpulas, pilares,
adornos tallados en piedra,
imágenes de madera policromada.
Señales de tiempos pretéritos,
el arte y el orgullo humano.
Todas las voces juntas son un coro
sin palabras distinguibles.
Es una apretada nota aguda
igual que trinos de pájaros.
Van los jóvenes a poner en práctica
sus conocimientos
con los restos que perduraron con los años.
Reseñan sus estilos, los sitúan
en pasados siglos,
hablan de las características
de una época.
Señalan con el dedo,
se extravía la mirada al antojo,
recuerdan y olvidan.
Mas, callan los muros
las voces de antaño,
cuerpos que sintieron
unas breves horas la vida
para guardar un silencio eterno.
¿Reirán las almas para adentro
como para adentro lloran los vivos?
Este corazón que palpita
será escombro mañana.
Levantada quedará alguna piedra
símbolo de nuestra brevedad.
Viene un rumor por la calle
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