Las hojas secas de los álamos

Las hojas secas de los álamos
parecen una bandada de palomas.
Abren sus alas en vuelo
y se posan a tierra dulcemente.
Son sus ríos de hojarasca
un profuso caudal ocre
que los pies pisan sin mojarse.
Deja al caminar su crujir tenue
y vuelve aquel recuerdo tan lejano
a llenar el alma de júbilo.

Son las hojas secas de otoño
un corro de niñas cantando
y el rodar del viento,
ecos de sus risas al jugar.
Hay una pequeña plaza de albero
con bancos de piedra,
en el centro un pedestal iluminado
donde se erige el héroe
impávido al tiempo que pasa.
Una ráfaga de aire
levanta las hojas caídas
y la luz de un foco
las hace brillar como llamas.

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