Sereno de luna


La gran ciudad de la luna enciende todas sus luces cuando llega la noche. Por la mañana el sereno apaga las farolas y su brillo languidece. Con su velo caído, abandona el cielo amenazada por un sol brillante que emerge cual rey con su corona dorada. Un ejército de nubes blancas la arrastra como presa innoble y derrotada. Avergonzada, humillada, sale del horizonte por la puerta trasera.

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