No es menos la sombra
que nosotros mismos.
La sombra que marcha
a nuestro paso
sin perder la rima,
si tropezamos, tropieza,
se agitan los brazos
al compás de los tuyos.
Desprecio de la sombra,
plana, sin volumen,
pequeña, casi escondida,
entre las piernas,
como una niña asustada.
Pero, ¡ay, sombra enorme!,
figura alargada de un fantasma,
te coge sin perseguirte,
ella avanza sobre tu persona,
abarca los espacios que tú
niegas, temes o rechazas.
También ella es dueña
de los rincones donde goza,
clandestina, de tus deseos
mientras tú caminas solitaria,
ella yace con amantes
de otras sombras.
No es menos la sombra
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