Es el dolor el duelo por un sueño.
Aquel lugar que fue transitado
es hoy abandono,
igual que aquellos paisajes
sobre papel fotográfico
que fueron su refugio.
Allí jugaba la esperanza
por aquel hermoso prado
de intenso verde
y profundo azul
de un claro cielo,
por la colina sembrada
por un arcoíris de flores.
Tan real como fingido,
válido para un sueño.
Habitada cabaña por extraños,
sobre una primavera eterna
o un invierno de nieves perpetuas
jamás derretida por un verano
de luminoso sol
y saladas aguas de un océano,
mientras, al lado, caían sin caer
un otoño sobre un bosque ocre.
Desaparecieron aquellos paisajes
del calendario
del tiempo implacable .
Mordieron sus hojas
los lepismas de la vida
y así se fueron entre intensos colores
la belleza plasmada.
El hogar que mantuvo la fe
hoy son cenizas frías
donde ninguna llama calienta,
sólo hay hollín de ilusiones,
el desfigurado cadáver
de aquel sueño.
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