A veces un cristal impacta con otro
y del brutal encuentro
uno se rompe, el otro queda intacto.
Dos cabezas se golpean
por error de cálculo al agacharse
para recoger algo del suelo,
a una le ha dolido,
a la otra ni un rasguño
y se parte de risa.
Al lado del árbol escuálido
crece uno frondoso y regio.
De la misma tierra que los nutre,
ha crecido a los pies del árbol frágil
fresca hierba y bulle un torrente de insectos,
mientras que a aquel de gran belleza
le rodean malas y secas hierbas,
devoradas por el apetito de un sol hambriento:
tanta luz arriba,
tanta muerte en su fondo.
La sombra espesa de una copa
hizo oasis en tronco ajeno.
Siempre un equilibrio
nivela la balanza con secreta medida.
A la vida le entra,
lo que por otro lado sale.
Es el principio universal:
del caos crear la armonía
y viceversa.
No guarda, sin embargo, igualdad
ni razón del mismo valor,
pues una insignificante pérdida
regala la suerte de una mayor ganancia.
La persona que sufrió la ausencia
obtuvo superior sustituto.
Ni es simple cantidad
que se recompensa,
pues el que rompió un vaso
recibió a cambio la cura milagrosa.
A quien la fortuna arruinó
encontró amor verdadero.
Es cierto que lloramos pérdidas inútiles
que serán recuperadas con creces.
Esta ley, por desgracia,
no va en una sola dirección,
ni por la misma masa o velocidad.
Se va aquello que amaba
y vino un sobre con premio.
Para el Universo nada es menos ni más,
su baremo misterioso
se escapa de nuestra comprensión.
Quizá en el juego de la existencia
sean simulacros inofensivos
donde realmente nadie se perjudica,
aunque se sufran golpes y rasguños.
Un mundo aparece y otro desaparece,
ganar o perder es una ficción creada
para divertirse algún supuesto dios.
Visto con estos rudimentarios ojos
se destruyen las líneas de los argumentos,
flaquean las excusas,
pues duele en esta carne
aquello que tal vez sea
fluido incoloro de imágenes oníricas.
La importancia de unas cosas
para la mente consciente,
la fragancia dulce en este existir
son insípido sabor para el ignoto cosmos.
En este estallido cristalino
de dos elementos insignificantes,
aunque nos entristezca el perder algo
y tengamos que prescindir
de su grata compañía,
nos dará el claro flujo por otra parte.
Hay sustitución para casi todo,
pero hay algunas que no tendrán
qué lo repare.
Ese criterio a nuestro parecer injusto,
busca tener siempre el fiel alineado.
No engaña en su principio,
es honesto en sus formas y modos,
bien avisados fuimos desde el comienzo.
A veces, al fastidioso incidente
echa el condimento de la alegría
en otro plato.
Oro en uno,
polvo en otro.
Un beso por una lágrima,
un abandono por un encuentro.
Nada podemos dejarle a deber,
nos paga en moneda propia.
En su libro de cuentas,
todo cuadra y la deuda
la termina cobrando.
A veces un cristal impacta con otro
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