Tal vez el Dios,
desde el inconmensurable infinito,
quedara satisfecho con su creación
precisamente por estar tan distante.
Si agudizara el ojo,
si bajara de su alto trono,
quizá reconociera que su obra
no fue tan buena ni perfecta,
ni era tan intenso el azul de su cielo,
ni su bola de cristal tan brillante y luminosa.
Estaría bien que retomara el pincel,
se fijara muy de cerca en los detalles,
limpiara los rincones sucios,
los defectos que, afinando la vista,
sobresalen del cuadro
que Él admiraba desde la lontananza de su reino.
Tal vez el Dios
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario