A medida que pasan los años

 A medida que pasan los años,
más nos gusta contarnos el ayer.
Sacar del desván de la memoria
aquellos juegos infantiles,
amigos, vivencias, costumbres
de una edad perdida y añorada.
Cuanto más viejos nos hacemos,
qué brillo adquieren las cosas el pasado,
se cubren de un aura mágica,
angelical.
Solo los sueños y los recuerdos
engrandecen las cosas,
idealizan la realidad,
embellecen la vida.
Unos y otros tienen el color
apagado por las sombras de aquel día,
de aquella hora, de aquel lugar,
que nunca existió,
que solo es fantasía de la conciencia.
Porque lo pasado deja un sabor
indefinible y deseado.
El mañana se engaña con la memoria,
inventa y el presente
siempre nos parece insípido,
imperfecto en su medida,
podría ser más salado, más dulce,
más tierno y sabroso.

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