DÍA DE REYES

Es un día de recuerdos y de ilusiones ingenuas,
de juguetes, de magia,
de repetir un ritual sagrado.
Creímos perpetuar esos momentos,
ignorábamos que, con cada regalo
y cada sonrisa sincera de inocencia,
encerrábamos el tiempo de cristal,
protegido por nuestras débiles manos.

Abrigábamos en el corazón
la idea de la felicidad eterna,
guardar intacto el brillo de aquellos ojos,
esos que aún hoy pretenden escarbar
dentro de la espesura
cada vez más dura y densa.
Y extraer aunque solo sea un reflejo,
una mala copia, unas indefinidas líneas,
de aquel cuadro con sus miradas llenas de luz,
al pie de un árbol iluminado
que no les hacía sombras,
con aquella urgencia de ver
si la vida sería buena con ellos.
Y de los deseos encendidos
en las llamas del fuego
que su corazón avivaba,
brotaría la felicidad en sus dedos golosos,
aún creyendo en la esperanza
que, con paciencia, cumple
todos nuestros sueños.

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