Qué tristes las palabras que quedaron

 Qué tristes las palabras que quedaron
al fondo del pozo,
donde bebían los gorriones.
Hicieron nidos en sus recovecos
y volaban buscando la luz.
No viene ya el perro a lamer
el cubo de zinc
que reposaba apoyado sobre una piedra.
Barrieron los vientos la cal.
Se llenaron de yerbajos sus alrededores,
su boca se cubrió de ramajes.
No ve el rostro su reflejo,
en su profundidad todo es lodo.

¡Cuánto bebe esta sequía
de los adentros de la tierra!
Ya no puede ofrecer más,
el sol exprimió con cada rayo
cada gota,
abandonada de manos y voces.
¡Qué triste es su mirada!
¡En qué desierto se ha convertido
su territorio!

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