Aunque parezca el mismo mar
y sean sus aguas a veces,
esmeraldas, a veces, turquesas,
se hundan los pies
en su blanda arena mojada
para ser fugaz huella
borrada por la siguiente ola.
Aunque a los oídos llegue
su mismo eco,
la melodía sagrada y misteriosa
de siglos
y la suave cadencia de murmullos
de conchas y guijarros
arrastrados a la orilla.
Aunque sienta la piel las caricias
de sus manos sedosas,
nos rodee de bautismo y mortaja,
ofrezca la sal de vida,
olvidada en nuestros labios
y recorra todo el cuerpo
su carnal aroma
con la locura y pasión
de un viento de solano.
Aunque descubra sobre su horizonte
la belleza efímera
de sus amaneceres y ocasos,
dibuje un infinito alcanzable
y el arcano de un impenetrable abismo.
Aunque hoy esta dama solitaria y brava
de mirada fría invernal
entrega todos sus dones siempre renovados
en el fuego de sus entrañas,
se funden todos los ayeres y mañanas.
Ante los ojos que buscan con impaciencia
la memoria de un tiempo eterno,
recibe estas perlas de brillante nácar,
recuerdos de juegos y risas infantiles.
Aunque parezca el mismo mar
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