Diestra mano que escribe
las horas de mis días
con tinta volátil,
Fuerza y fe se vuelven
temblorosa gota
que se precipita al vacío.
Un parchón sobre nítidas grafías,
corazón acobardado
que rompe su compás armónico
y guarda silencio.
Cuando la sombra cae sobre mi cabeza
van tan apretadas las palabras,
tan sujetos mis brazos,
de mis piernas cuelga una pesada ancla,
hunde al fondo mi fortaleza
y una montaña me sepulta.
Me han cortado las alas
las espinas de una rosa.
Quedo acurrucada sobre la tierra,
cierro los ojos
y espero que la luz fulgurante
entre de nuevo
por esa ventana azul.
Diestra mano que escribe
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