Piedra sobre piedra, muro contra muro,
cada paso borra la anterior huella,
olvido sobre olvido.
Un día el ayer es revelado
como un codiciada fortuna.
Aquel cadáver se vuelve bello despertar.
Deseado tesoro, devuelto su lustre,
recibe la gloria de un muerto resucitado.
Todo presente que damos por perdido
tiene el valor justo de cambio
transformado en el siguiente,
despreciado por ser objeto de uso.
Tal vez, en un mañana rascarán paredes,
abrirán fosos, romperán cimientos
y la ridícula figura de un estante
la despreciada loza rota
de una vieja vajilla,
los pedazos de un endeble tabique,
sepultura de dolor y pobreza,
serán preciosas joyas
en ajenas manos asombradas
por tocar con sus dedos
lo que fue cotidiano
de un perdido mundo.
Piedra sobre piedra, muro contra muro
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