Parece estática, pétrea, inerte

 Parece estática, pétrea, inerte,
duras sus entrañas,
áspera su piel,
su mirada ciega,
terroso su semblante
y, sin embargo, ¡qué sabios sus ojos,
cuánta belleza muestran!
Vibra y se transforma su sustancia, 
modifican su silueta las horas,
se perfilan en su cuerpo
las caricias del aire
y su oleaje la moldea.
El tiempo la viste de arena
y polvo cósmico,
derrama la sensual fragancia 
de la naturaleza
y esculpe en su talle
un universo que solo ven aquellos
que, con admiración,
la contemplan.
Un día, trae en su pecho
tatuado un corazón,
otro, cuelga de su ancho cuello una cruz
y, a veces, por arte de magia,
quedan atrapados en su espejo opaco
rostros silenciosos que nos miran.
Después, se desvanecen en la nada,
o quizá se hundan en su tuétano,
perdidos por los senderos recónditos
del inframundo.

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