Qué agreste naturaleza,
supura la tierra la esencia rancia
del tiempo.
Las lluvias de siglos han sembrado
un apretado nudo de verdes intensos
y atraviesan los muros de las casas
vistiéndolas con un añejo ropaje,
prendas roídas por infinitas gotas
que penetran silenciosas por sus poros.
Arriba un cielo plomizo rodea
las cumbres de las montañas
y el paisaje adquiere la superficie opaca
de la plata sucia,
que relucirá brillante
cuando el sol salga airoso de esta nubes.
Un miedo se instala en el pecho
entre corazón y alma,
¿y si esta fría atmósfera,
esta bruma espesa
se cuela por los nervios solidificándolos?
Qué extraña sensación
nos produce el lugar desconocido
donde el cuerpo debe aprender
otras voces y colores
y un mismo cielo parece
tan distinto.
Eres tú el rostro forastero,
el extraño que se extraña
de lo que un día le será cotidiano.
¿Llevará este río más agua en invierno?
Qué agreste naturaleza
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