Ha llovido, rugía el cielo,
levantaba en el aire humaredas
de polvo y esparcía ese olor
caliente y dulce de la sangre
vertida por las entrañas de las piedras.
Espero con impaciencia llegue la noche
y saber si de esta batalla
salió victoriosa la luna.
Traiga el esplendor en su rostro
y entre a mi castillo
a desvelarme su misterio
y repose su luz en mi lecho.
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