Ha venido el viento.
Arrastró todo a su paso,
arrinconaba el lodo
por las esquinas,
rodaban desechos
calle abajo.
Agitaba los toldos
de las terrazas
y campanilleaban sus cadenitas
contra el hierro.
Llegó la calma después
y las ventanas cerradas
se abrieron al mundo.
Comenzaron los pétalos
de las flores a desplegarse
como niñas desperezándose del sueño.
Brillaban los cristales,
tragaban la luz de un sol enérgico.
Lento, indolente, regresó el gato
a buscar su cojín en el balcón
pero lo asustó el crujir
de una persiana al levantarse
y salió como rayo a esconderse
baja la cama.
Silenciosa, lánguida, con los párpados
echados sobre los ojos,
la soledad se mecía al compás
monótono del reloj.
Ha venido el viento
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario