La firmeza del puente,
la resistencia de tu piedra,
el pulido brillo de unos ojos
detrás del ramaje de unas pestañas.
Roca hollada por lluvias,
playa devorada por la arena,
bosques de frondosas hojas
picoteadas por gorriones hambrientos.
Mira ese escuálido árbol,
tiene vencido su tronco,
esmirriada sombra que no da consuelo
a las tardes solitarias.
Perdidos sus frutos,
se hacen desechos,
buena cosecha para gusanos.
Morirá si un clemente sol
no se apiada,
si no rompe esa nube
y lo riega.
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