Un día tendré que abandonar
este paisaje que hoy inunda mis ojos,
embebida de luz mi mirada.
Me rodea la amable caricia
de vuelos y cantos de aves,
el tierno piar, arrullo y silbido
de estas criaturas aladas.
Mi corazón teme la ausencia
que vendrá y se espera,
y siente agradecido este regalo.
Vino el alma con la carga
de su cuerpo,
sumida en silencio, herida,
se abrieron estas ventanas
llenaron de aromas su claustro
y dio de beber su fuente
a esta tierra árida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario