Vi gente morir,
Abrían la boca,
buscaban aún el aire
ya sin ritmo continuo.
La mirada esperaba la siguiente exhalación
que venía con retraso.
Las pausas cada vez más largas,
creías iba a ser la última
y aún venía otra y una más,
hasta que entró el aire y no volvió a salir.
Vi morir gente
y también animales,
pajarillos con los ojos y el pico abiertos.
Vi mi perro morir
del mismo modo que al hombre.
Tomaba el aire,
la sangre se paralizaba,
los músculos tensos tiraban de los miembros
con estertores. estiraba las patas.
Tenía los ojos y la boca abiertos
reclamando vida.
Casi obligado a seguir en este mundo,
respiró por última vez,
dejó entrar un poco de aire y salir.
Volvió el aliento postrero y
la muerte lo atrapó en su red.
Quedó su boca levemente abierta
mostrando su dentadura.
Sus ojos, profundamente abiertos,
eran dos luceros negros brillantes,
parecían mirar ya el infinito.
Todas las muertes se parecen,
aunque vivos tengan múltiples diferencias.
Cuando se escapa la vida,
agita y tensa el cuerpo,
exprime hasta la última
gota de oxígeno
y deja seca la cáscara
de carne y vísceras.
Marcha una etérea sustancia,
huye de aquel estercolero
alimento para otras bocas
y regresa con forma indefinida,
plasma caliente en el cosmos
sin volumen fijo,
oculta para nuestros sentidos.
Todas las muertes se parecen
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