Estas lágrimas calladas
rompen con sus esquirlas de cristal
mis corneas.
Araña la tierra su torrente
pero no alcanza la luz del cielo.
Se quiebra la tierra,
es espejo roto en mil pedazos
que no escurre líquido su azogue
para limar sus aristas,
sino que, pegado a su piel,
destila óxido el dolor y el tiempo.
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