Las figuras en el espejo
están sin sentimientos,
se ofrecen frías en su cristal
y nosotros, que creímos eran
reflejos fieles,
les pusimos a los ojos lágrimas,
a la boca sonrisa
y a la voz que en su interior
no sonaba
la hicimos resonar en eco.
Ni el llanto era dolor,
ni alegría la risa,
solo muecas sobre un fondo
que vestimos con nuestro mirar.
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