Parecen guirnaldas de luces esas aldeas
sembradas en la ladera de aquellas colinas.
Apiñados los tejados vestidos de volantes
sobre pilares de piedra.
No es solo un cuadro de pintoresco paisaje,
dentro existen almas labrando conciencias,
cuerpos con nombre y orgullo,
indefinido ser con razón y locura.
Los ojos desde la lejana distancia
borran cualquier rasgo de vida.
Son tejas de barro y muros de piedra,
son luces perdidas entre los huecos
de estos altos montes
verdor de árboles y arbustos
y seres agitados que se esconden
como armadillos en los laberintos de tierra.
Asomadas sus cabezas por sus madrigueras
miran a un sol de ocaso.
Encrucijadas de calles
enredadas hiedras trepan un infinito
desde este mundo de barro y cemento.
Parecen guirnaldas de luces esas aldeas
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