Cuando no esté aquí


Un día no estaré aquí
y escucharé sus voces
viviendo con mi ausencia.
Deambulará mi espíritu
por estos espacios
que fueron mi cárcel
y mi paraíso.

Un día no estaré aquí,
como ya no están otros,
quedará el eco de mis risas
y mis llantos en el olvido
de la nada.

Alguna vez volveré a la vida,
por un instante,
entre los pensamientos
de aquellos que tuvieron
razón de mí,
rondaré sus recuerdos
para caer de nuevo al abismo.
Hasta que esa mínima memoria
se extinga para siempre
en el infinito de la eternidad
de todos los olvidos.

Un día no estaré aquí
y nadie sabrá de mi vida,
de los días y continuos segundos.
Ignorarán cada recoveco
de una existencia
que se hace a trozos.
Ni tan siquiera yo teniéndome,
reconocería los límites
ya desdibujados.

Veo en ese reflejo frío del espejo
un rostro con mueca de dolor
y lo ausculto cada milímetro,

Un día no estaré aquí
y no habré podido
hacer una vida soñada,
solo aquella que la propia vida
depositó en mis brazos,
un tierno bebé
que fue creciendo de mi teta
haciéndose dueño de mi destino
colocadno una gruesa cadena
alrededor de mi cuerpo
cerró el candado y arrojó al mar la llave.

Un día no estaré aquí,
mas ahora aún estoy
y escucho sus voces
imaginando que estoy ya muerta
Estaré aquí a su lado,
evitando en lo posible su mal
y ocultaré el mío con silencio.

Un día no estaré aquí,
hoy sólo quiero estar
hasta que ellos se hayan cubierto
de sucesivas capas,
como cae la miel al cuenco
y sus frágiles cuerpos
de infantiles almas
sean lo bastante densos y firmes,
protegidos aunque heridos
para aceptar mi muerte
como una natural consecuencia,
sin demasiado daño para sus vidas.

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