En el silencio lleno de reclamos de gorriones,
la paz ocupando los espacios cotidianos,
una tristeza dulce sin rabia contenida,
ni dolor o desespero,
el reloj marcando su ritmo constante,
no hay retraso,
el desorden no domado como fieras se mueven
por el territorio de la casa.
El silencio deja oír los sonidos
que el fragor oculta,
percibes los detalles con ojos ingenuos,
el crujir de paredes, un murmullo lejano,
una moto dibuja en el aire el efecto doppler
el rugido animal del frigorífico,
tu voz que gusta de escucharse
en un hablar por hablar.
El mundo parece uniforme,
todo fluye como un riachuelo tímido
saltando sin dificultad los obstáculos
como ligeros granos de arroz,
los guijarros.
Igual que una hoja navega por su curso,
el día tranquilo, sin sobresaltos.
Es la vida que ama a sus hijos.
La mañana armónica
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