Corre el aire salado mientras camino
sobre la arena llena de piedras,
cristales rotos, conchas, trozos de madera, latas oxidadas,
basura variopinta,
desde juguetes rotos a tapones, envoltorios,
detritus que el mar abandona.
Danza el océano con olas atrapadas
en la cárcel de esta orilla
y su fiero rugir se deja acariciar
como mansa bestia domesticada.
Parece un cubo inmenso
lleno de agua mecido por el brazo
de un gigante que esconde su cabeza
entre estas nubes blancas.
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