¿Llegarán las mañanas a esos días?
Vacío tu fanal sin sol ni fuego,
se entretienen tus dedos a su apego
como nubes soldadas y sombrías.
¿Recuerdas las primeras alegrías?
Practicabas la vida en este juego,
en tu dolor la risa fue sosiego
y feliz en amor tu pecho ardía.
Nunca encontraste bálsamo o reposo,
un vivir entre hondas soledades
que ni un árbol marchito dio cobijo.
El destino recibes orgulloso,
batallas con mentiras y verdades.
¡Al fin la eternidad se abrirá a este hijo!
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