Obstinados en la dualidad


Llega el momento de una vida
que necesita la piedra
a la orilla de un río
sobre la que descansar
del largo sendero.
Buscar nuestro reflejo en el agua
desdibujadas sus líneas,
no saber quiénes somos
y preguntar al rostro extraño
que ondea en su superficie
sin obtener mejor respuesta
que su fondo oscuro
es nuestro propio fondo.

Solo alegrará esta triste verdad
el nado monótono de los peces
ajenos a nuestro dolor,
que navegan dibujando puntos
en su lecho líquido.
Será mejor desprenderse
de ese ser indefinido
y desvanecerse en su materia
como un elemento más
de aquel fugaz paisaje.

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