Al volver después del desastre
de los daños hechos los cómputos,
no siempre nos quedan fuerzas
para recuperar los trozos
y recomponernos.
Permanecerán las costuras.
El tiempo volverá a su línea recta.
Tras el descalabro, ebrio de ira,
anduvo haciendo eses, girando
en círculos concéntricos,
de arriba a abajo, de izquierda a derecha
a una velocidad que olvidaron los relojes.
Ahora retomará el paso fijo
equilibrado, sensato, doméstico.
Guardará nuestra mente
el recuerdo confuso, extraño,
la memoria de sus heridas que ya no sangran
si acaso, tan sólo por dentro.
Al volver después del desastre
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