Una vez que me convierto en identidad
quiero borrarme,
ser un objeto sin clasificación,
anónimo moverme entre la gente,
ir libre como por lugares nuevos,
que mis facciones no sean reconocidas,
sean mis señas como luna nueva,
no importe mi nombre ni a qué me dedico,
si llueve en el cielo soleado de los otros
no esté obligado a llevar el paraguas
de una sonrisa.
Pocos días me concede este anonimato,
este libertinaje sin obligaciones ni deberes.
Pronto me cuelgan de una percha
según modelo que garantiza y fija los méritos
y llegan las etiquetas
que marcan en rojo mi precio.
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