Cuando los años prestan la libertad
que da la confianza de la sabia experiencia,
una verdad se impone a rajatabla:
nuestra vulnerable esencia, el frágil cuerpo
que lo sustenta y la vida con sus caprichos.
Lo peor es que has perdido agudeza en los sentidos.
Tal vez por ello todo parezca tan distinto y apagado,
pero hay motivos suficientes para que la mañana
luzca menos fresca y luminosa.
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