Ha llegado la sequía a esta tierra,
la que un día fue mojada por lluvias.
De nada le beneficia un pequeño arroyo
que vierte apenas un hilillo de agua.
Tal como la bebe,
el sol la seca.
Qué estación más árida
que del jugoso fruto hace simiente
para su podredumbre.
Qué mal ha entrado en sus entrañas
que dejó este lodo en sus surcos.
El lastre acumulado del tiempo impío
retiene sólo tristeza
y pierde la seda de su tacto.
La piel que hoy se ha convertido
en áspero y rugoso cartón
fue plateada estela de luna
sobre el lozano manto de un océano.
El lustre deslucido de aquel reflejo
del que huye la luz.
Sequía
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