Hoy escuchas la alegre palabra de un niño,
mañana la rota voz de la lengua torpe.
Hoy la suave mano toca la flor tibia,
el tacto ardiente de la carne,
el firme tallo y la verde rama.
Mañana, la planta mustia, la seca hoja,
el derrumbado eje sobre la tierra.
Hoy ruge el fiero motor sobre el asfalto,
mañana el giro de la llave
apenas arrancará un ronco gruñido
de cansancio.
Hoy en el aire circundan aromas
de mar que cubren de sal la piel,
sobre los campos la lluvia esparce
infinitas fragancias
y dibuja intensos colores.
Mañana, la aridez de un desierto
dejará el surco vacío del torrente salvaje,
el triste paisaje del abandono.
Hoy un cielo limpio de nubes negras
donde la calma descansa
tras días de enérgico aguacero
donde el deseo arrancó la tormenta
y depositó el agua dulce
en el cuenco ansioso,
la clara frente ante el rebelde
bucle del viento.
Hoy son lánguidas mechas canas
las que recorren como tren de juguete
el ancho horizonte hacia su ocaso.
Hoy las piernas caminan
sobre suelo recto,
mañana la pendiente hará rodar
al cuerpo frágil
o cabalgará a lomos de otro.
Hoy la boca bebe el agua cristalina
de los sueños que brotan
de la generosa fuente,
mañana será la hora decisiva
de un presente que ya no espera nada.
Hoy, un vivo yo,
mañana, un yo muerto.
Hoy es canto, mañana silencio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario