Aunque moribundo,
¿tienes aún ojos para ver?
¿Tienes manos para acariciar?
¿Tienes boca para besar?
Pues besa y reza a ningún dios y a todos,
esos mentirosos que con sus promesas traicionan.
No queda otra salida digna,
besa y reza por simple inercia y necesidad.
Cambia ansias por silencio,
rabia por rendición, y sácale la lengua a la esperanza.
No la simple queja, no el rezo sumiso,
sino el bramido del fragor de guerra.
Besa, reza y vuela,
para tu cabeza no hay alas rotas.
Aunque tu cuerpo esté malherido,
sin coraza ni armas que ya te defiendan y amparen,
lucha con uñas y dientes, araña y muerde la piedra,
destrózala y de su dureza haz arenisca.
Lucha, no se trata de ser ningún héroe,
pero si te dieron la vida ¡que gane ella!
Arrastrándote por la tierra en ascuas
y brasas del combate,
bañado en barro de tus sudores,
mientras te quede un aliento
entre los dientes apretados,
suéltalo en el retiro clandestino
como rugido de bestia salvaje en la noche.
No te rindas, agárrate a lo que puedas
y avanza.
Cuando vuelva la efímera tregua, cosecha fuerzas,
porque no se firmará más paz que con la muerte.
Y esa, que espere todavía a recoger tus desechos.
Ahora, limpia tus heridas, seca las babas de tu sollozo,
lávate la cara, resucita a tu Lázaro,
¡levántate y anda!
Lázaro
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