Muchos de aquellos que un día cruzaron
por mi vida,
muchos de los que no recuerdo
sus nombres,
habrán seguido los senderos
distantes de un cercano territorio,
porque millas o metros
no importan
si no hay ojos que miren,
ni voz que encuentre oído.
Algunos, quién sabe
si pagaron ya su cuenta
y rondan los espacios
invisibles
en brazos de la original mónada.
Yo también soy silencio y muerte
para aquellos que danzan
en este absurdo ritual,
ignorados unos de los otros.
A veces, como un leve suspiro,
cruza nuestra mente un recuerdo
y muerde la inconsciencia.
Existen fugaces luces
para volver a la oscuridad del olvido.
Yo, quién soy en ellos,
chispa, ceniza,
llama que aún arde,
helada caída sobre mi existencia.
Muchos de aquellos
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