Hizo ovillo el pasado

Hizo ovillo grueso el ciclo del pasado,
entre las luces y fragor de los sueños,
dejó esta habitación luminosa
en penumbra
y este amargo fruto parido
de aquella lozana flor.
Aquella nube de algodón,
adherida a los dedos con avaricia,
llenó la boca de silencios.
Su aroma dulzón y carnosa piel
perdió su rubor y frescura,
la firmeza de sus líneas.
Apretada al palo,
columna vertebral que la erguía,
rosada espuma entre bullicio
y resplandor,
quedaban rendidas las estrellas
a un manto de guirnaldas
bermellones, verdes,
azules y amarillas.
Sembró líquidos rastros,
entre sombras y de aquel brillo
de una juventud perecedera,
este cruel aniquilamiento
por el compás de las horas.


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