En esta estación
No fue viajero de paisajes,
sino el aburrido y solitario
jefe de estación
en un abandonado páramo.
El horizonte de un andén
desde cristales gastados
por el tiempo
cubiertos de negro hollín.
Pasan trenes con aire nostálgico
en un continuo adiós.
Tras las ventanillas,
rostros anónimos
de vidas invisibles.
No bajan ni suben pasajeros,
no hay tristes despedidas
ni encuentros felices.
En el almacén, esperan,
entre telarañas,
maletas de un pasado,
que alguien olvidó
y ni siquiera volvió para recoger.
Inmóvil, en su soledad,
los días pasan como estos trenes:
nada traen, nada esperan,
siguen su destino
dejando su silencio y vacío,
la imagen fugaz de una ilusión.
Nadie repara en él.
¿Qué le importa
a esta máquina sin corazón
la tristeza que acumulan sus ojos?
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