Ha querido el día

Ha querido el día, el sueño
o la casualidad
dejar el ánimo calmado,
sensible a los gratos estímulos.
Recibió el abrazo cálido
de un sol ya otoñal,
la languidez de una tarde
salpicada de rastros
de vidas ajenas,
ecos tenues de paz.
Esporádica, viene una
voz anónima, el lejano
transitar de algún vehículo,
los arrullos de palomas
que son la mejor metáfora
de la tranquilidad y la suave caricia.
Hoy las horas transcurren
sin reloj
y el recuerdo es un amigo
generoso y dulce.
Tiene el día su descanso,
dejó rutinas de horarios
y otros compromisos,
vuela sobre la decadencia
del ocaso
con el sabor alegre
de una perpetua mañana.

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