Tiene razones el día para buscar la noche

 Tiene razones el día para buscar la noche:
el cansancio de los minutos,
la nube traicionera,
el viento que desordena los pensamientos,
la deuda sagrada con existir
que a veces, tanto pesa.
Sin embargo, qué dulce reposo,
qué olvido y ausencia de obligaciones.
Allí, abrazada de oscuridad y silencio,
el alma gravita por lugares indómitos.
Héroe siempre victorioso,
crea con lo imposible y cotidiano
una realidad más amplia
y regresa a la vigilia ileso.
Ese territorio cada noche se construye
con materiales confusos y brumosos
y de una misma masa substrae 
la sustancia sólida de nuestros andamios.
Al resurgir el día se desmorona,
se hace arena de un reloj de urgencias.

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