Pasó la hora, el día, el mes, el año,
pasó el tiempo, la vida arrastró
lo que encontró por su cauce,
el ramaje caído, las piedras tiradas
a su fondo, el limo depositado.
Fuimos extraños entre amigos,
el forastero que a nadie conoce
y busca hospedaje en un lugar oscuro.
Vimos amanecer con los ojos
ebrios de ilusiones,
el mediodía se alargó hasta
la calma de una larga tarde.
Fue la luz traicionera,
la calle sin nombre,
la luna atada al dedo por un hilo
tu único rayo,
que, de vez en cuando, desaparecía
entre los árboles, asomaba
el rostro entre la sombras
para volver a esconderse tras una nube.
Pasó la cronología de agendas y relojes.
Marchaba la inocencia,
callada, vestida de luto,
el gusto perdido,
sin norte la brújula,
la emoción aletargada,
desvelado el sueño,
perder el paraíso.
Pasó la hora, el día, el mes, el año
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