Lanzado al escenario del despertar

 Lanzado al escenario del despertar,
el personaje yace ahora en un lecho caliente,
descubre que fue una ilusión,
engaño de un soñar dormido.
Todo pierde el sentido que antes tenía,
nada tiene el valor otorgado,
ni los placeres, ni los peligros,
ni el llanto ni la risa.
Lo que dolió, rasgó las entrañas,
abrió en canal el cuerpo,
brotó la sangre y las vísceras.
Resulta que no hay en la piel
ni un rasguño,
palpamos y con un suspiro,
comprobamos que el cuerpo 
no recibió perjuicio ni daño.
Del sufrimiento devuelto fue el alivio
de la alegría, obtuvo solo vacío e indiferencia.
Ahogado en la angustia, recobró el aliento.
Es por ello que dudan mis certezas,
sospechan lo que ven mis ojos
y cuestionan lo que oyen mis oídos.
Engañados van, manchados de lodo y mugre,
vestidos de gasas y sedas.
El miedo atado como sombra
a nuestros talones,
se agarra a la luz pasajera de los días
y en las noches regresa 
a un universo de retazos que serán olvido.

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