Cuando me miro, veo a mi padre

 Cuando me miro, veo a mi padre
en las líneas torcidas
sobre el trazo primigenio puro
y veo el rostro del tiempo,
sus pisadas sutiles que harán
el sendero de mi existencia.
Es un tiempo sin forma
ni número en un calendario.
Es la unidad de todos los instantes,
sus intervalos y el silencio
agazapado entre las notas.

La bruma de sus ayeres
enturbia la mirada,
reduce la sonrisa a una triste mueca,
deja su abandono
en cada espacio de tu ser
y alcanzas una torpe sabiduría
que sirve para bien poco.
Un consuelo quizá,
una calma sin ansias,
unos ojos que procuran
esquivar el engaño
detrás de las apariencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario