Ea, ya viene por ahí,
con su paso tranquilo
y su rostro pálido.
El vestido lleno de arrugas
de un apagado color.
No sé si será por el día
que hoy amaneció
con un aspecto grisáceo,
Viene sin paraguas,
humedecida por la fina lluvia que cae
de unas nubes benévolas.
El cielo tiene la claridad plateada
proyectada por el sol
que siempre vigila desde el firmamento.
No mira a la cara,
baja sus párpados hacia los pies.
De cerca se le intuye
una lágrima que sostiene
entre las pestañas y no sabe
si retenerla o dejar salir.
Ea, ya está aquí y se cuestiona
el corazón si esquivarla.
Palpita entre la duda,
le abre o no la puerta.
Escucha su latir cansado,
se entrega al silencio del día
lleno de sutiles ecos.
Tal vez, ahora que el astro
penetra perpendicular esta tierra,
le dé brillo a sus apagadas mejillas
alguna pavesa de su fuego.
Ea, se ha parado al lado
de un banco,
a ver si se sienta
y regresa por donde vino
esta sombra de tristeza.
Ea, ya viene por ahí
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