Aún sabiendo que la muerte está

Aún sabiendo que la muerte está
recostada en el hombro,
no siente el cuerpo la urgencia
de la vida,
sino la calma del olvido de la búsqueda,
ceder el paso lento a la costumbre
de lo cotidiano
y abandonarse al recreo de la pereza.


No fueron los años de condena
la quiebra de la voluntad,
en las ramas siguen brotando hojas
verdes en primavera,
la corteza se eriza con el hielo
y por sus venas corre y su savia le nutre.
La muerte pudo ser
aliento para la vida,
pero a la vida ya no le importa.
Y. sin prestar razón al desatino,
crea con lo justo el relato de una alegoría.

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