Vuelve a llover,
es una lluvia dulce.
Acaricia suave los adoquines,
resbala por la piel de los muros,
hace charcos sobre las losas.
Hay un viento que la agita y la doblega.
Ella deja su pulso rítmico en el aire
y al chocar contra el suelo
oigo sus melodiosas notas
dando calma en esta noche
vestida con mantilla negra de cuaresma.
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