Al santo Juan de la Cruz



Tú, que pisaste esta tierra,
entre las ramas de estos olivos,
que tocaste estos muros,
que dejaste tu voz en este templo,
en estas calles empedradas.

Tú que aúllas tu silencio para mi oído,
otórgame tu gracia,
la bondad de tu espíritu.
Atiende esta súplica
que en el ayer no estaba
y el hoy habita,
en ti mi fe y mi confianza,
de tu mano rozar el cuerpo divino,
esperar con paciencia tu respuesta.
Tu hablar callado grite a los fríos vientos
y devuelva el aliento cálido de tu boca
a este corazón herido.

(Dios sabe de mi camino
y yo estoy para cuando él me llame)

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